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Un café con mi sombra

Echando luz a nuestras proyecciones de cada día

Desde que tomamos la primera bocanada de aire al salir del vientre materno y durante todo nuestro tránsito por la vida estamos en desarrollo personal permanente. Desde nuestras primeras vivencias tanto concientes como inconscientes vamos tomando nota de que nadie alcanza realmente el final eternamente feliz de los cuentos de hadas. Por ende, vamos dándonos cuenta de que la vida es un espacio-tiempo donde nuestro devenir estará determinado por los vínculos que sepamos cultivar, nutrir y cosechar. Que nuestros vínculos funcionen dependerá de incorporar competencias tales como la capacidad de tomar responsabilidad; es decir, responder con habilidad, la dedicación, disciplina, capacidad de obligarnos, de rendirnos, de desarrollar competencias comunicacionales, etc.

Aquí te prepongo un primer ejercicio, elige de tu ámbito más próximo a una, dos o tres personas que conozcas bien, y escribe en tu bitácora de vida todo lo que te venga a la mente sobre quien es esa persona. Todo, todo, todo, es decir, sientéte libre de explayarte pues este ejercicio es personalísimo. Escribe sobre sus características, valores, creencias, saberes, sobre cómo te cae, sobre cómo es y por qué es como es, etc. Luego, en una segunda instancia, pregúntales a otras dos personas de tu ámbito que también conozcan a las personas objetivo, lo mismo y toma nota de todo lo que digan. Finalmente, pregúntale a tus personajes elegidos: ¿Quien eres/sos? y Ualá,¿Qué hallazgos haz hecho? Toma nota de todo, absolutamente todo y luego sigue con la lectura del artículo. Si aún así decides avanzar, por favor, transita luego la consiga para chequear los resultados. ¿Estás de acuerdo?

Sin que sepamos cómo, en el juego de la vida, nos vamos dando cuenta de que ese legítimo otro del que habla Humberto Maturana, se nos presenta como un auténtico desconocido, a medida que nos vamos dando cuenta de que ese otro, ese extraño que tenemos delante sea amigo, pareja, maestro, superior, socio, etc., sigue siendo un extraño.

Relacionarse es un aspecto fundamental de tu vida. Piensa por ejemplo en las últimas tres o cuatro situaciones conflictivas de las cuales haz sido parte….

¿Las tienes?

Pues, entonces, descríbelas, por escrito mucho mejor y piensa, si le tuviera que poner una etiqueta, título que exprese el tipo de conflicto ¿cuál sería?

¿Podríamos ensayar quizás cómo título: “Asunto de Vínculos”? ¿Te resuena?

Pues sí, todas las experiencias de conflicto son asuntos de relaciones y/o vínculos. A modo conceptual, en este artículo las relaciones se refieren a la forma en que nos conectamos con el otro y los vínculos tienen que ver con lo que nos une.

Todas las cosas se edifican sobre relaciones/vínculos; es decir, tienen que ver con el cómo nos relacionamos o con aspectos que hacen a nuestros motivos de unión. ¿A qué se debe esto? Pues a que los seres humanos nos solemos definir desde lo que nos diferencia de los demás y aquí como siempre suelo decir en mis artículos y en mis talleres, no se trata de ir muy lejos para darnos cuenta. Nos vasta con mirar hacia nuestra familia de origen, nuestra familia creada, nuestros amigos y colegas de trabajo. Por ejemplo, reconocemos el amanecer porque hay un anochecer, y la relación entre día y noche define e identifica a cada uno de ellos. Los seres humanos somos seres polares, vivimos en polaridad, blanco o negro, boca o river, frío o caliente, etc. En palabras de Liz Greene,

“los seres humanos sólo podemos concebirnos como individuos mediante la comparación con aquello que no somos”.

Ahora te pregunto: ¿Cuanto dices y te das cuenta que sabes de ti mism@? ¿Te animas a escribir algunas líneas contestando a esta pregunta? Lo que te salga y cuanto más libre lo hagas mejor. Deja que las manos escriban todo lo que sepas de ti.

¿Listo?

¿Fuiste capaz de enumerar tus virtudes  y tus vicios? ¿De catalogar tus puntos buenos y malos? ¿De decir lo que te gusta o lo que te disgusta? ¿De definir tu IKIGAI; es decir tu propósito de vida? Sin embargo, quizás te puedas encontrar que vas andando por la vida con un sentimiento de identidad que proviene del resultado de tu relación con el tiempo, con las circunstancias, con los otros y con lo que está más allá de tu comprensión y en un mundo en tiempo real que es VICA; es decir, volátil, incierto, complejo y ambiguo.

Tomemos nuevamente el primer ejercicio que te propuse y presta atención a cuan dispar fue quizás la información que proveyó cada una de las partes sobre una misma persona. Una invitación que podría interesarte es a que hagas el experimento contigo mism@.  Hasta el más observador de nosotros, el más introspectivo, ve solamente lo que quiere a través de la lente del observador que está siendo. ¿Qué observador@ estás siendo en este momento? ¿Cual es el color de tus lentes en términos de creencias, valores, disvalores, habilidades, tu entorno en términos de familia de origen, familia creada, amigos, colegas de trabajo, etc.?

La Proyección, un término que se utiliza generalmente en psicología gestáltica entre otras, por analogía sería como ir al cine y ver proyectada en una pantalla imágenes y sonido que vamos analizando, en lugar de analizar  la fuente de la imagen en el proyector mismo y que nos posibilita la visión de aquella. Entonces, ¿qué sucede con las personas? Pues, que cuando una persona proyecta sobre otra alguna cualidad inconsciente que existe dentro de si misma, reacciona ante la proyección como si perteneciera al otro; no se le ocurre mirar hacia el interior de sí misma en busca de la fuente.

Identifica que proyecciones en este momento te vas dando cuenta que tratas como si existieran fueran de ti. Pueden ser hasta los casos más sencillos de juicios que vas emitiendo cada día. Por ejemplo, xxx es una malvada, xxx es desconsiderado, xxx siempre se comporta con mucha soberbia, xxx es un amor de persona, etc. ¿De qué forma te moviliza el impacto de tu darte cuenta? ¿Te animas a escribirlo? Nuevamente, recuerda que son ejercicios para ti, así que puedes explayarte generosamente. Fijate que sucede cada vez que ante otra persona tienes alguna reacción emocional irracional o de tintes muy subidos, ya sea positiva o negativa. ¿Qué sucede si vas reconociendo en tus textos estas energías inconscientes como propias y las incorporas? Sirve practicar un “Yo soy xxxx” usando la cualidad que le pones al otro, tanto las que consideras buenas como las malas. ¿Qué te va pasando? Puedes escribirlo también. ¿De qué te das cuenta?  ¿Qué se siente el percibir los inciertos límites de tu personalidad?

Generalmente, la ruptura de las relaciones, de los vínculos responde a reacciones basadas en nuestras propias proyecciones. Nos limitamos a darle otro nombre, y como regla general negamos que seamos culpables de ella. Todo lo que en nosotros mismos es inconsciente lo descubrimos en el prójimo, y de acuerdo con ello lo tratamos. 

¿Por qué le atribuimos a los demás aquello que nos pertenece?

Pues cuando hay cosas que no nos gustan de nosotros mismos, si reconocerlo es tan doloroso que permanece inconsciente, esa parte de nosotros mismos hará presión para manifestarse, para salir a la luz y generalmente nos atormentará como un enemigo externo, proyectado en otra persona de tu ámbito. Lo mismo hacemos a menudo con nuestras cualidades positivas inconscientes, como si tuviésemos miedo de nuestra propia luz. ¿Te animas a hacerte una lista de todos aquellos aspectos positivos y negativos que registras en los demás y hacer el ejercicio de ensayar en qué actitudes, momentos de tu vida, pensamientos, etc., te los encuentras en ti? Sería un “Yo también soy xxx y me doy cuenta de que esta energía, cualidad, virtud, disvalor, etc.,  está presente en mí cuando xxxx.”

La conciencia consiste principalmente en lo que sabemos, y en lo que sabemos que sabemos. Sin embargo, también tenemos un espacio de ceguera cognitiva en donde no sabemos lo que sabemos e incluso otro donde no sabemos lo que no sabemos. 

En honor a que lo breve generalmente es dos veces bueno, voy a ir dejando aquí este artículo y como lo propongo en el título, anímate de vez en cuando a tomar un café a solas con tu sombra a ver si puedes detectar tus espacios de ceguera cognitiva y conversar con ellos.

Nos estamos leyendo…

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