En los senderos poco frecuentados se está menos solo de lo que uno imagina.
Marguerite Yourcenar
Carta a sus amigos…
Podcast del Artículo
En esta oportunidad y fiel a mi estilo de propuesta de artículos con tareas, te estoy compartiendo la primera parte de la asignación antes del cuerpo principal del artículo. Como lees, voy a estar compartiendo contigo distinciones sobre cómo los recuerdos le dan sentido a nuestro presente. Para ello ¿te animas a participar de un juego?
Antes de entrar de lleno en el tema, lo cual sucederá hacia el final de esta semana, te propongo que aceptes someterte a un pequeño experimento. ¿Te sientes tentad@ a hacerlo?
En primer lugar, y como siempre, conmigo tienes que tener a mano papel y lápiz. Ve a buscarlo que te espero. ¿ya está? Cuando estés list@ búscate un lugar que puedas considerar como tu lugar en el mundo o cuanto menos un espacio en donde puedas estar en paz contigo mism@ por algunos minutos. Sería bueno que estés pudiendo trabajar con tu bitácora de vida, la que venimos utilizando desde artículos anteriores y que estaría bueno te esté acompañando durante tu tránsito por la vida.
Ahora, ya cómod@ en tu lugar, me gustaría que te pongas una música que sea sensorialmente agradable para ti, que quizás te pongas o atomices en el ambiente tu fragancia favorita y que luego te sientes, cierres los ojos, tomes tres respiraciones profundas y mientras te vas concentrando vayas permitiendo que emerja un recuerdo procedente de tu más tierna infancia. Lo más antiguo posible. No elijas, no censures, no intentes seleccionar uno en lugar de otro. No importa si se trata de un recuerdo bueno o malo, de un recuerdo verdadero o de un recuerdo que te relataron tus padres o algún familiar. Que provenga de la más tierna infancia o que sea más tardío tampoco es indispensable. Lo que sí importa es que lo escribas tal y como se manifieste. No escribas mucho, utiliza pocas palabras. Y sobre todo, no intentes revestirlo de bellos adjetivos y frases bonitas. Lo que interesa es la espontaneidad con la que te viene. ¿De acuerdo?
Ahora presta atención… Voy a pedirte que repitas la operación, es decir, que escribas un segundo recuerdo en tu bitácora de vida. Y que también sea lo más antiguo posible. ¿Te resulta menos difícil que con el primero? Es normal, pues ya pasaste por esta experiencia.
Ahora te voy a pedir que escribas un tercer recuerdo en la bitácora. Y siguiendo el mismo principio, debe ser un recuerdo lo más antiguo posible, sin reflexionar demasiado, ni censurarte, utilizando pocas palabras, etc.
Puede que, nunca se sabe, necesites un cuarto recuerdo. Así que aprovecha ahora que estás en el tema. No es fácil ponerse a transcribir recuerdos de esa manera en una hoja de papel cuando aquello que habías decidido era sumergirte tranquilamente en la lectura de un artículo. Pero ya me conoces y sabes el estilo dinámico de mis propuestas de artículo. ¿o no?. Por otra parte, puede que algunos de ustedes no hayan seguido mis indicaciones, sea por pereza, por desconfianza (primero quiero ver de qué se trata) , o por impaciencia (¡no tengo ganas!). No importa. Ya sabes, no estás obligado a nada. Puede que otros no hayan acertado a escribir un sólo recuerdo que les parezca válido, o bien estén frente a un gran agujero negro. No es grave. En el artículo principal, dentro de algunos días, compartiré las causas de estas experiencias.
Una vez que hayas escrito los cuatro recuerdos puedes retomar cada uno de ellos y añadir tantos detalles como desees. Recuerda que habitualmente te invito a que tengas a mano elementos para hacer collage, lápices de colores, acuarelas, óleos, arcilla, plastilina o los elementos que más te gusten. Hasta puedes ponerlos en algún lugar de la casa donde frecuentes para trabajar con ellos en los próximos días. No obstante, para diferenciar los recuerdos básicos de los detalles añadidos, subraya los primeros o escríbelos en tinta de otro color o bien con otro letra. Eso es lo que hice con mis propios recuerdos.
Este no es más que un experimento libre que tiene su debido respaldo teórico y empírico. Te pido que por ahora sueltes expectativas sobre hacia donde quiero ir con todo esto y puedas entregarte a trabajar con los recuerdos. No intentes anticiparte a las respuestas o manipular los resultados, se sincer@.
Mis cuatro primeros recuerdos
Al igual que tu, yo también escribí mis recuerdos – sin hacer trampas. Los transcribí de manera espontánea, de un tirón, sin reflexionar, sin elegir, ni censurar. Mis recuerdos básicos aparecen en cursiva y los detalles en letra levemente diferente.
Por el momento, nuestro experimento se detiene aquí. Desde luego, claro está, podrás repasar tus recuerdos tanto como quieras, así como examinarlos a la luz de las herramientas que te proporcionaré a lo largo del cuerpo principal del artículo dentro de algunos días.
Te hago una última propuesta y también a modo de pedido:
Si te animas y tus recuerdos pueden ser compartidos, te invito a que compartas algunas breves palabras en la sección de comentarios de mi artículo en mi página web, y sino que simplemente me digas como comentario algo así como: “hecho” para que pueda darme cuenta cuando tengo una muestra razonable de personas para compartir el artículo principal, de corte más teórico y explicativo.
Te invito a que me compartas en las redes así puedo llegar a más lectores y que si te gusta lo que lees, me regales un “me gusta”, un me “encanta”, etc. También puedes suscribirte a la página para recibir las novedades. Un placer seguir acompañándote desde IKIGAI.