En cada proceso de nuestra vida, hay dos niveles de entendimiento, hay dos niveles de trabajo, hay tres niveles de conexión.
El primer nivel acontece entre nosotros y las personas
El segundo es entre nosotros y aquello que cada quien cree que es el arquitecto del mundo y del universo sin distinción de credos y creencias.
El primer nivel es sumamente relevante al requerir de un condimento harto importante en nuestra vida que la literatura actual da por llamar Inteligencia Vincular.
¿Cuántas veces en los procesos que vivimos sentimos que es injusto como se nos trata, que algo no es lo correcto, que no fuimos tratados bien, que nos se nos apreció?
Cuando una persona nos trata mal o no nos toma en cuenta o incluso nos llega hasta desvincular de nuestro puesto de trabajo, etc., en ese proceso puede ser que haya una razón lineal o que a esta persona simplemente no le gustamos, nos tiene celos, envidia, tiene favoritismos. Este tipo de cosas se dan en el día a día. Nos encontramos ante dos películas.
Una de las películas rueda en cuanto a la relación con las personas que nos están haciendo daño o que no nos están haciendo bien a nuestro negocio, a nosotros en lo personal, a nuestra familia, etc. Siempre hay una razón para todo lo que sucede a nivel vincular; es decir, las personas no están actuando bien y por un lado tenemos el deber de ver cómo enfrentamos y confrontamos estas circunstancias complejas. El punto es con qué recursos contamos para confrontar, ir a conversar, arreglar, decir, ver. ¿cómo arreglamos esta situación? ¿cómo solucionamos ecológicamente este corto circuito vincular?
A lo mejor podemos o a lo mejor no podemos. Todo dependerá de los recurso con los que contemos a la hora de confrontar con ecología interna y externa a un otro. Es decir; ¿con qué recursos, herramientas contamos a la hora de conversar sobre nuestras emociones, nuestros sentimientos, nuestras sensaciones disfuncionales con un otro? ¿Cómo podemos hacerlo de una forma que sea saludable para nosotros y para el otro?
Ahora bien, el anterior es sólo un nivel horizontal de nuestra relación con las otras personas o de la relación de ellos con nosotros. Ahora, que hay que trabajarlo, que hay que estudiarlo, que hay que verlo es importante pero viene también un punto todavía más interesante de analizar y es nuestra relación con lo que está más allá de nuestra comprensión, nuestra relación con lo que consideremos que es el arquitecto de nuestro mundo.
Jim Selman, reconocido Coach Empresario dice que los conflictos entran en cinco posibles compartimentos:
- Nuestra relación para con nosotros mismos
- Nuestra relación con los demás
- Nuestra relación con el Tiempo
- Nuestra relación con las circunstancias y
- Nuestra relación con lo trascendental, con aquello que escapa a nuestra comprensión racional.
Dicho esto, empecemos por entender que una cosa es la película de la otra persona, pero que si igualmente nosotros somos actores en este rodaje, tiene que ver con qué hay un aprendizaje para nosotros encubierto tras el velo del guión. Ante estas circunstancias solemos tener miedo, entrar en emociones pesadas y negativas porque estas situaciones nos parecen injustas, inoportunas, malas, que no son correctas, lo cual posiblemente así sea. Sin embargo, en estos momentos oscuros de nuestra vida, aunque no entendamos, aunque no sepamos, podemos conectar con la certeza de que la vida está con nosotros.
Por lo tanto, un lindo pensamiento semilla es proponernos crear un hábito de la certeza de que todo lo que sucede conviene y que lo que no sucede también conviene. ¿Fácil escribir y difícil ejecutarlo? Quizás…
La propuesta es desarrollar rutinas que nos alejen de estar conectando con situaciones negativas, de rabia, de rencor, de víctimización, de toma de represalias. Dentro de todo esto seguramente hay un camino de prosperidad y abundancia que espera a ser descubierto por cada uno de nosotros y que está alineado con nuestro IKIGAI, con aquello que es el propósito que nos corresponde como destino. Si esto o aquello nos está pasando siempre es por algo que es bueno para nosotros. Quizás en este momento no lo podamos ver, no lo estemos sintiendo pero sabemos que estas capítulos de nuestra vida nos están llevando al siguiente nivel evolutivo en cuanto a desarrollo personal, en lo que hace a estar siendo una mejor versión de uno mismo. Por lo tanto, no perdemos nuestra certeza. Tenemos certeza absoluta, confianza esencial en el soporte que nos da la vida y en el proceso. También confiamos en que somos capaces de superar lo que sea.
Este artículo es una invitación a poder estar conectando con un marco de tranquilidad y de felicidad. Entonces, aquí un ejercicio:
Piensa en aquellas personas con las cuales hoy tienes una relación tirante, donde no estás pudiendo vincularte exitosamente y que acarrea conflictos para ti. Elige una situación, la que sea más relevante en este momento. ¿La tienes? Puede ser también una enfermedad, un problema en el trabajo, en el negocio, en las finanzas, en las relaciones, etc.
Ahora bien, ponla en contexto. ¿En dónde sucede? ¿Desde cuándo es parte de tu vida? ¿Quienes son los otros actores y actrices? ¿Qué comportamientos son típicos de este vínculo? ¿Qué cosas se dicen, se escuchan, se hacen, se sienten? ¿Qué recursos tienes para cuando necesitas confrontar? ¿Cuáles son tus creencias sobre este tema? ¿Quien estas siendo al ser parte de esta historia? Es sustancial que puedas contextualizar pormenorizadamente todos los elementos, incluso hasta podrías escribirlo.
Ahora, lleva esta cuestión un nivel más arriba, al nivel II y haz el esfuerzo de preguntarle al sabio que habita en ti. ¿Qué significado tiene que esté experimentando esto en mi vida? ¿Por qué sucede? ¿Para qué? ¿Para qué más? ¿Confías en el proceso? ¿En qué otros momentos de tu vida encontraste luz al final del camino? ¿Qué recursos tienes para desarrollar resiliencia y salir adelante?
Se trata de que podamos estar conectando de que más allá de nuestro libre albedrío existe un guión mayor que nos incluye individualmente y en comunidad en la historia global de la humanidad. En este guión, la vida una y otra vez se nos presenta de frente y nos pregunta ¿qué aprendes de estas circunstancias? Aquí estoy para ti ¿qué quieres hacer conmigo? y lo hace a la espera de que desarrollemos nuestro valor de virtud cuya fuente es la resiliencia. Es decir, el superar las crisis airosamente, aprendiendo de nuestros actos y creyendo en que la vida misma es una escuela.
No se trata de subir a una montaña, estar pensando y conectando con La Paz y el Amor, de hacer yoga, de la alimentación consciente, de hacer retiros espirituales, todo lo cual es muy bueno pero no es el caso aquí.
La invitación es a proponernos hacer nuestro trabajo espiritual aquí y ahora en medio de todo lo que implica nuestra vida, haciendo proceso, enfrentando todo y estando conscientes de las fases que vengo mencionando; la vincular con los demás, y con lo que está más allá de la comprensión que es más de orden vertical con el sentido de la existencia y el destino.
Ahora es tiempo de encontrar en dónde estamos siendo causa. En donde somos responsables. ¿Qué es lo que tenemos que aprender aquí?
Transitar esta introspección interna no con culpa, no negativamente, no con emociones negativas. Pero sí entendiendo que aquí hay algo que tenemos que aprender, que tenemos que limpiar, que tenemos que identificar y trascender. ¿Cómo atraemos las circunstancias a nuestra vida? ¿Cuál es nuestro aprendizaje?
Muchas de las cosas que nosotros vivimos en nuestra vida suceden porque nosotros ya hemos lanzado esa energía en otros momentos de nuestras vidas.
Sería algo así como que si hemos engañado, seremos engañados en algún momento de nuestra vida, si hemos mentido, entonces, seremos víctima de la mentira, etc. No importa si en origen, las intenciones eran buenas. Una y otra vez nos encontramos con circunstancias que revisten un nivel más de aprendizaje hacia lo que es nuestra mejor versión.
¿Qué energías tóxicas, pesadas, etc., te das cuenta que has estado inyectando al cosmos? ¿Cuando? ¿Hacia quienes? ¿De qué forma? ¿Encuentras la otra punta? Es decir, ¿De qué forma te vino la vuelta por destino? Si es que ya lo vivenciaste o quizás no te has dado cuenta aún de algunos por qué.
Es un convite a darnos cuenta de que nuestra película no es un castigo, sino un proceso de corrección, de aprendizaje de alto nivel y que es superado de la escuela y la universidad. Se trata de la Escuela llamada VIDA que nos da la oportunidad de dar un salto y pasar a otro escalón.
¿Estamos dispuestos a asumir la responsabilidad absoluta de nuestros actos?
Lo que tenemos que aprender es entender cómo atraemos películas a nuestro día a día, qué cosas nos molestan, qué tipo y en que cantidad inyectamos negatividad al entorno. También tenemos que entender las razones que son más grandes que nosotros y aprender la certeza de que hay siempre algo bueno para nosotros y para todos. Nuevamente y como digo en otros artículos: para completar el circuito necesitamos salir de la zona de confort e ir hacia nuestros trabajos espirituales, donde pasan cosas en la vida, poniendo nuestros pies en la tierra y creciendo con ella.
Finalmente, te dejo con unas preguntas de reflexión:
¿Cómo hablas? ¿Cómo actúas? ¿Cómo tratas a los demás? ¿De qué forma vas siendo cada vez más sensible con las personas y permeable con los hechos?
Este es el trabajo que te convido a estar transitando en estos días.
¿Pasarás la prueba de plantar la semilla de estar consciente, de saber que las cosas suceden por un bien mayor? ¿Te animas a abrazar tu dolor, las emociones, a los demás a pesar de ser muy diferentes a ti? ¿Tienes certeza en el proceso y lo juegas como protagonista? ¿Te revisas en cuanto a qué tienes que aprender, qué tienes que cambiar, qué tienes que mejorar? Todo es una oportunidad de ver mas claro.
Nos estamos leyendo…